lunes, 25 de julio de 2011

VI Encuentro Iberoamericano de Colectivos y Redes escolares de maestros y maestras

Tuve la oportunidad de compartir una semana en el VI Encuentro Iberoamericano de Colectivos y Redes escolares, que se llevó a cabo en Hueta Grande , Córdoba, Argentina.
Del el 17 hasta el 22 de julio, nos encontramos docentes de España, Colombia, Venezuela, Chile, Uruguay, Brasil y Argentina para mostrar nuestros trabajos.
Con mis compañeras de trabajo, las profesoras Amalia Guell y Alejandra Gracía Redín participamos de ricos intercambios de proyectos y conocimos gente maravillosa, que proponen otras maneras de encarar la profesión docente.
Las temáticas abordadas por cada participante fueron muy variadas y por supuesto, relacionadas con el contexto particular de cada región. Así, conocimos trabajos donde la temática está relacionada con la muerte, como en el caso de un proyecto de maestros/as de Medellín, Colombia, a quienes les toca vivir una realidad en un contexto violento. Otro que planteaban los problemas de género. Y así tantísimos trabajos geniales.
El común denominador entre ellos es la pedagogía de trabajo por proyectos, con lo que nos sentimos muy identificadas.
Divididos en ejes de trabajo, escuchamos las ponencias de nuestros colegas con mucho interés. Discutimos sobre diferentes problemáticas, encontrando similitudes y diferencias en nuestro quehacer docente diario. Así llegamos a redactar un documento como síntesis de muchas horas de debate. Un trabajo colectivo verdaderamente que muestra nuestras prácticas pedagógicas e innovaciones, con el objetivo de mejorar las condiciones de la práctica docente, reasumiendo la necesidad de una real participación de todos los actores, conscientes de la necesidad de ejercer transformaciones en la escuela que incidan fuertemente en el cambio social, como quedó redactado en la síntesis.

Quedamos conectadas con personas creativas y generosas con las cuales esperamos generar proyectos que trasciendan nuestras aulas.
Cada jornada terminaba con una muestra cultural presentada por cada una de las comitivas, quienes nos mostraban su cultura a través de sus trajes típicos, danzas, comidas y música. La noche, empezaba con el canto del himno nacional que le es propio. Es díficil transmitir lo que sentí al escuchar el himno nacional de Colombia o de Venezuela, cantado por maestros y maestras, a capella... Nadie mejor que un maestro, acostumbrado a llevar la voz cantante en los actos escolares (para dar el ejemplo), para cantarlo.

Ahora, días después, me queda el entusiasmo que me contagiaron mis pares iberoamericanos para seguir trabajando en nuevos desafios. Sus rostros, sus tonadas y modismos, me acompañan mientras escribo esta memoria digital.


Todos estamos en el mismo colectivo.

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